Desayuno

22/08/2008 01:44 PM

Levantarse nunca fue tan simple, siempre había un pero o siempre había una desgana, pero ahora no. Hay algo que crece dentro de nosotros antes que la voluntad lo imagine y creo que se llama fortaleza, esa está nutrida por el amor en su más completa acepción, por la tranquilidad cultivada, por el saber corporal, y por la convicción de tener una meta.

Aunque la meta sea simplemente preparar el desayuno para dos. Salir de la cama, ponerse las chanclas y sin encender la luz salir de la habitación. Abrir la cortina de la sala para saborear la luz del amanecer, ir a la cocina por dos platos, dos cucharas y un poco de leche fresca.

Poner los platos sobre la mesa, sacar el cereal en hojuelas de maíz, destaparlo, echarle un tanto a cada plato, depués sacar, destapar y echar amaranto sobre el cereal, no mucho. Después toca el turno de un tantito de avena natural y sin saborizantes. Depués sigue destapar la linaza y echarle el aproximado de una cucharadita a cada plato, después la bolsa del afrecho (o salvado como dicen en México), también sólo echamos un poquito a cada plato. A veces dividimos en dos un sobre de avena saborizada y azucarada, manzana, plátano, fresas o canela. Por último destapamos el envase de las nueces y le colocamos una a cada plato.

Ahora sólo esperar a que llegue Judith a la mesa para ponerle leche hasta donde le gusta y ponerme leche hasta donde me gusta. A ella le gusta casi seco, a mí me gusta abundante leche.

Buenos días amore, buenos días, ¿descansaste?, si mi corazone, ¿y tú?, si amor, come anda, si.

Desayunar a las 8 de la mañana había sido grato, pero nunca esa gratitud fue tan bella como estas mañanas al desayunar con ella.

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