El vórtice de las quimeras

Aquí fue donde respiré hondo
Aquí donde me perdí la primera vez que volé
Por aquí abandoné a los reyes magos
Por aquí perdí la memoria de mi valeroso, de mi yoyo, de mis canicas
Aquí está el ancla con les dioses
Aquí está la muerte chiquita y la eterna muerte
Aquí Adán perdió la ceguera
Aquí el corazón se nutre y los poros se afilan
Aquí emanan galaxias, personas, seres de este y otros mundos
Aquí llueve la piel por dentro
Aquí me bautizo de frotis vitae
Aquí me desdoblo en frondosos bosques de seres insospechados, vivos, hambrientos, salvajes
Aquí me hiergo y me dejo ir tras de ti y al lado tuyo
Aquí me vives, me naces, me revives, me renaces
Aquí huele a soberbia belleza, a templo de guerra
Aquí me sofoca tu marea, me deja sin aliento, me llevas al borde a la deriva
Aquí nace mi egoísmo nocturno, mi colectivo sexo
Aquí haces que brille la pupila de mis ojos cerrados
Haces que meta mis manos bajo tu piel
Rasco cual oso hormiguero, cual colibrí sediento, cual becerro
Y luego alzo la mirada y estás ahí, desprovista de armaduras, de atavismos, de serenidades
Convulsionas suavemente, arrítmicamente, te olvidas de mí y por ello es cuando más tuyo me sé
Embonamos tu erección (porque es tuya) con mi lubricación (porque mía es) y nos lanzamos tiernamente al vórtice de las quimeras, de las torpes bestias jadeantes
Del grito ciego, de la mirada muda
De la galopante manera de reconocernos, de explorarnos
De la trepitación insulsa y sudorosa
De la amenaza convertida en mantis
De la fiera convertida en presa
De la alegre sinfonía desnuda que nos espera

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