CCH

Este colegio me hizo conocerte, saberte, crecerte, como un germinado de juventud, de ganas, de ánimos. Todo era posible con los tres pesos que uno cargaba en la bolsa rota del pantalón de los sueños.
El amor era posible, y aunque no recuerdo lo que la academia me enseñó (se que he aprendido algunas tantas cosas pero no se qué aprendí en dónde), recuerdo el espíritu, la garra, la energía que emanaba de mis ideas y de mis pasos.
Recuerdo a las mujeres que me enseñaron la emancipación, a los maestros que me enseñaron la historia rebelde, a las maestras que me enseñaron ciencias y matemáticas, a los amigos que me enseñaron a reir, a carcajear, a viajar, a las amigas que me enseñaron a volar.
Las congeladas especiales, las tortas de chorizo al 2x1, los días enteros que pasaba ahí aunque mi turno era de 7 a 10 am.
Nunca abandoné este Colegio, ya que siempre viene algo de él conmigo.
Sé que si nos volvemos a ver quizá no nos reconozcamos, pero bastará recorrernos para recordarnos. El alma mater llama, cual pachamama.

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