Limpiapisos

Hoy vi algo atípico. La señora se arrastraba, no daba pasos, sino rastreros entusiasmos de limpieza. No hablaba. No. Pedía dinero. Ella se incrusta debajo de los asientos del vagón, salía airosa con su presa en la mano. Servilletas sucias, envolturas de comida, taparoscas, pequeñas bolsas de plástico echas añicos. Todo lo que pudiéramos considerar basura ella lo tomaba dejando tras de sí, un vagon más amigable. Ella limpiaba con la mano el piso como si se tratara de una mesa. Carecía de trapo para ello. Sus ropas estaban más que mugrosas, pero ella iba arrastrándose y limpiando el piso para sorpresa de todos los presentes. La gente entonces le daba monedas. Ella las tomaba sin descuidar la vista del piso buscando sus siguientes presas.

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