Limpiando la casa

Época de limpiar la melcocha, el polvo, los fantasmas cual cochambre, los tristes recuerdos (que siempre servirán, pero ya no estarán en primer plano), el disco duro de la cocina y de la alcoba, la memoria cache de las puertas y ventanas, el spyware de la luna brillante, el malware de mis entornos. Se acabó la sobremesa de los muertos que vinieron a parrandear desde el dos de noviembre.

Darle rumbo a la apoptosis de mi calendario. El Reyes - Guadalupe fue infernalmente grato, como todos los infiernos que se precian de serlo. Valiendo las penas, los dolores y las resacas. Dando vida cual parto, salvaguardando la sangre cual torniquete.

Los trapos sucios ya no aguantan más lavadas, piden sagrado sepelio. El cepillo de dientes ya no da para más talladas, pide digna jubilación.

Aunque las redes sociales son infinitas y laberinticas en su mugre, hay que tejer nuevos algoritmos de amistad, de asociaciones.

Época de limpiar el discurso propio, ya te fijaste cuán desgastado está? Época de observar el camino. Hace cuánto no cambio de zapatos? Época de limpiar el playlist. Que los gusanos hagan lo propio, comiendo carroña humana.

Mi guardarropa envejeció, recién me di cuenta. Mis amuletos quedaron chimuelos. Mis viejos dioses no vendrán en año nuevo, por fin se fueron a recorrer las galaxias. Qué respiro, qué oxígeno tan verde, éste que vacía mis pulmones de ciudad.

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