No tengo tiempo

No me gusta ponerle tiempo al amor. Cual reloj de arena, cual estado de cuenta, cual corte de caja al cierre de la jornada. El calendario se fundó por usos agrícolas. Ahora financieros y administrativos. Nunca debió ser parte de la belleza, de la poesía, del sexo, del beso, de la caricia. Cronometrar la delicia es correcto sólo para quien planifica su tiempo. No para mí. Algunos locos como yo no tenemos tiempo, sino vida.

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