Y si te dijera que no he dejado de amarte


Que cuando nos vimos desnudos supe
Que cuando me besabas supe
Que cuando me buscabas lo supe
Que cuando reíamos juntos supe

Que cuando me llevabas por los rincones de ciudad
Todos los atajos me lo iban diciendo
Que cuando me abrazabas al bailar
La música me lo cantaba
Que cuando me prometiste amor
Ya me lo habías dado todo
Y aún te quedaba más
Que cuando jadeábamos tus manos me lo tatuaban
Que cuando me mirabas, con ese tu brillo en las pupilas, me lo poemabas
Que cuando quemabas las naves a nuestro favor
Nunca dudaste de llevarme de la mano al siguiente momento, siempre supe
Que cuando conseguías boletos del metro, taloneando para ambos,
el boleto me daba un viaje de amor cotidiano por el subterráneo de la ciudad
Que cuando me llevabas a la Santa María
Me develabas que podía ir más allá de mis narices
Que cuando me llevabas a Tlaxcala
La Condesa era innovación para mí, como toda tú, siempre
Que cuando llegué a esta vejez prematura
Veo el camino que me dejaste sembrado
Es uno que nace de mi corazón hasta tu recuerdo
Que te admiré desde siempre
Que todo ello que desde entonces supe, no hice caso y me ignoré de ti y de todo tu amor
Fui feliz y no supe entonces que no volvería lo que me diste
Aprendí a vivir con semejantes ausencias
Te traje conmigo todos estos años, sin declararlo
Has estado en mis manos, en mis letras, en mis palabras, en mi oído, en mis besos, en mis nuevos sabores, en mi andar, en mis conclusiones, en mis silencios, en mis desvaríos, en mis quimeras, en mis éxitos, en mis miedos, en mis cobijas, en mis peñascos

No es menester buscarte, ya que estás en todos lados
Me percaté recién, pues, que no he dejado de amarte. Vaya.

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