Ya sé que no se trata de uno


Ya sé que no se trata de uno, pero fui tan feliz impulsando, participando, discutiendo, marchando, boteando, haciendo propaganda para todas las escuelas participantes, aprendiendo, compartiendo. 

Dándome cuenta que la UNAM no era de la banda mamona, riquilla, esa banda estudiante que nunca le habló a los trabajadores, a los jardineros, a los sindicalizados, sino que era nuestra y que debíamos seguirla forjando.

Me desvelé, me crecí, me bebí, me bañé, me nadé, me hice amigo de compas de todas las facultades de CU. Compartí frustraciones, sueños, anhelos, vivencias, testimonios, lugares, residencias, domicilios, circunstancias que me han dado tanto, desde entonces me dieron camino.

Fui a todos lados y me enamoré de cada rincón. Conocer la casa de cada compañero, más que dolor de cada precariedad era un motor. Un genuino impulso de ir más allá. Amé a todxs.

Había que luchar, de eso no había duda. Otros, algunos ya caídos, nos habían dado espacio para llegar hasta aquí.

Amé y fui amado, perdón por confesarlo. Me equivoqué tantas veces que el error no me merma. Me supe parte de la UNAM sólo gracias a mis compañerxs de lucha, nada era la academia, ni la alta tecnología ni los presupuestos del Conacyt, todo era la comunidad de compañeros de lucha. La educación debía ser para todos.

Hasta que esa circunstancia era una claridad, entonces nos divertíamos. Y fuimos bailadores, cantadores y trasnocheros a tope. Gracias todas, a todos.

Mucha lucha, mucho sexo, mucha crítica, mucha juventud. Mucha teoría, mucha praxis, mucha energía, mucha pasión. Después de eso, nadie nos soportaría. Fue demasiado. La huelga de la UNAM 99-2000 fue mucho con demasiado.

Casi creo que no teníamos noción de magnitud del país que estábamos forjando, criticando, habitando.

Algunxs se fueron, otrxs decidimos quedarnos hasta el final.

Comentarios

Entradas populares