un sinsentido o el llamado a la sorpresa instantánea


En narco mata al indisciplinado, al traidor, al insubordinado, al que se atraviese en una compraventa de insumos o productos narcóticos. También, por supuesto, mata a capricho, a sueldo, cuando un ser humano, por ejemplo, una mujer, se les vuelve desechable.

Pero en esta inconmensurable fantasía latinoamericana, nieta del realismo mágico, aborto de la postverdad, donde el asesino ha gobernado, nos ha dado empleo, nos ha contruído la escuela, nos ha maiceado, nos ha parido, el síndrome de la malinche enamorado del síndrome de Estocolmo nos ha parido el imaginario colectivo, dando luz a nuestras camadas de idiosincrasias, de pronto sucede esto. 

En la crisis pandémica regala despensas al pueblo pobre, cientos, miles de despensas, y no lo hace un cartel, sino varios y más que varios, y esa foto nos llama a sorpresa. El sinsentido es que no vemos que ese mismo narco, pero con otros tentáculos administra nuestra cuenta bancaria, nuestro régimen democrático, nuestro destino. No se ha especializado en ello, simplemente lo ejecuta a mansalva.

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