Dieta rancia


La de hoy ha sido más reacia, rancia.
Un par de días de conflicto familiar en salsa de siempre lo mismo
Un jugo de no puedo dormir con acelga, lechuga y valeriana
Un café ristretto, acuerpado de contagios 
Una pasta hojaldrada de cepelios, llantos y sinsabores
Un caldo de tres hongos con tomillo, mejorana y apio
Una hidromiel de tuna morada
Tamales de promesas en salsa verde, bien picosita, con cerdo vacunado
Un atardecer frío, con ponche de frutas secas
Un flan de yerbabuena, para aliviar la pansa, para desenredar nudos intestinales
Un té de azahar concupitante, antiprocastinante
Un bistek de soya, encebollado, acompañado de ensalada de milongas
Todos mis amigos muertos me visitan y yo les tengo las manos puestas, es decir, llenas de sí
Departimos la última cena cada día, y la que tuve con cada uno la bebo a tragos de frío de albor, en ayunas
Tres claras de huevo batidas con vainilla, azúcar glass y almas rotas
Lágrimas de perro viejo, para desinfectar los futuros alimentos que no llegan todavía al huerto
Abrazo a la BBQ, besos de ron, sueños de hojas en blanco, pimienta molida, hoja santa, hijos con padres ausentes, egos en escabeche
Banquetas con juventudes inconclusas, bellas noches tristes, salsa de fondo, muy a lo lejos, muy.

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