¿qué me mueve?

El forjar patria, construir la república, empujar para seguir engranando eslabones de justicia social. La salud de mi hermano que recién enfermó con sintomatología Covid-19, la de mi padre que recién salió de eso mismo, la taza de café, la charla de barrio, el baile compartido, la escritura vivencial, reflexiva, poética, el abrazo que contagia calidez, la sorpresa de una buena sopa de frijoles, de pasta con una tortilla enrollada, con un chile serrano a mordiditas, la risa del taquero de los de tripa, la cábula del pollero del mercado, la carcajada de la morra de las gorditas de chicharrón, la creatividad memética de las redes sociales, la música de jazz y el huapango zapateado, la solvencia emocional de la caguama banquetera de mediodía, la noche en compañía de la banda, los carnales de lucha, las morras militantes, las discusiones políticas con banda no proselitista, la convicción del repartidor de garrafones de agua que sonríe al venderte agua de la llave etiquetada y sellada de la marca que pidas, las papas fritas del don que vende afuera del mercado con harta valentina de la negra y su limoncito, los esquites asados, servidos con limón y sal, los viajes que he tenido me siguen dando fortaleza, Cuba y Venezuela, el conocer nuestro territorio plurinacional, pluricultural, la serranía oaxaqueña, zacatecana, la playa guerrerense michoacana, la de todo el Pacífico, los ríos chiapanecos, el sexo y todos sus asegunes, sus puertas a ningún lado y su prisa a ninguna parte, la sobremesa del coito, un deleite que con la vejez se aprende a degustar, las mordidas de sandía, la infame verdad deliciosa y redentora del caldo de gallina al otro día, la mirada infante de mis ánimos indomesticables, la rabia del monte y su tranquilidad, la pasión del mezcal. En fin, el haberte conocido, y de qué forma!!! Amistad tan excelsa, tan honda, eres parte de esta certeza que, a pesar de los pesares, me ayuda a levantar a otrxs, a apoyar a otras almas dislocadas, siempre que se me convoca.